Etiquetas engañosas
¿Cómo saber si nos están engañando?
En la clínica de Ana Checa hacemos hincapié a nuestros pacientes la importancia de mirar siempre las etiquetas nutricionales e ingredientes y no caer en el engaño de la primera impresión que nos da el producto.
La falta de tiempo nos impide comer productos frescos y nos lleva a productos envasados, o precocinados, que compramos sin leer atentamente su composición en su etiqueta.
Este hecho, hace que cada día sean más los fabricantes y comerciantes de productos alimentarios que a menudo utilicen términos confusos en sus etiquetas, cuya presencia evoca una realidad que no es cierta para engañar al consumidor.
Las denominaciones de los productos son tramposas, hacen juegos de palabras acompañadas por imágenes que inducen a confusión. El consumidor cree estar comprando y comiendo una cosa cuando la realidad es otra muy diferente.
Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Alimentación, desde la clínica de Ana Checa nos centraremos en la importancia de las etiquetas nutricionales para una correcta alimentación.
Tipos de etiquetas
Nuestras nutricionistas de la clínica de Ana Checa nos hablan de algunos ejemplos de nomenclaturas de las que siempre deberemos desconfiar y fijarnos.
- Natural (100%): Pensamos que el producto que estamos adquiriendo es lo más sano y natural que hay en el mercado, pero entendemos por “natural” que no lleva aditivos, ni conservantes u otro tipo de sustancias químicas. Si contiene edulcorantes no es natural.
- Sin azúcares añadidos: cuando vemos esta nomenclatura volvemos a pensar que bien no lleva azúcar, y caemos en el error de comprarlo porque pensamos que es lo más sano para nosotros. El termino sin azucares añadidos quiere decir que no lleva más azúcar únicamente la presente en el alimento, pero no quiere decir que no contenga nada. Pero añaden otros hidratos como son maltodrextrina, almidones, etc… que elevan igualmente la glucosa en sangre.
- Casero, artesano: nos recuerda siempre como recién hecho en casa, pero, ¿es así? Lamentablemente no, siempre llevan gelificantes, colorantes, acidulantes que hacen que el pan que te venden como el más casero sea con letras mayúsculas el más industrial.
- Light o cero: con este tipo de alimentos también hay que llevar especial cuidado, el proceso para hacerlo light o cero es que le extraen la grasa, pero para mejorar su sabor suelen contener más azúcar, edulcorantes artificiales o sustancias químicas.
- Producto cárnico: siempre hay que fijarse en el porcentaje de carne que lleva que aparece en la lista de ingredientes. Cuando vemos producto cárnico no es ni de lejos carne. Es un producto que además de la carne que lleva “importante mirar el porcentaje” lleva aditivos, colorante, conservantes etc.
- Sabor a: un ejemplo de esto son los yogures “sabor a fresa”, y lo que estamos comprando es un yogur con un porcentaje de fresa escaso.
- Néctar: En realidad es un zumo diluido con agua, al que luego se le añaden azúcar o edulcorantes para compensar el sabor.
Estos son solo algunos ejemplos de todas las denominaciones “trampa” que podemos encontrar cada vez que vamos a hacer la compra.
Desde la clínica de Ana Checa, vemos de vital importancia aprender a leer etiquetas nutricionales tener un poco más de conocimiento de lo que estamos consumiendo.
Es importante fijarse siempre en las etiquetas y no creernos todo lo que la industria alimentaria nos quiere vender.
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